Mi caballo se llama Linus. Sí, como el químico. Tenía cara de listo ya desde pequeño, cuando llegó al rancho, asi que no me pude resistir y le puse el nombre del científico. También tengo un gato que se llama Edison, le gusta tumbarse debajo del flexo de mi escritorio cuando me siento a escribir.
Todas las mañanas Linus y yo nos vamos de paseo por los límites del rancho. Me cuelgo la cámara y allá vamos a ver que nos enseña el campo ese día.
Esto no se lo he contado a nadie nunca, pero en esos paseos le voy contando a Linus lo que se me ha ocurrido para mi novela. Normalmente, cuando regresamos me siento a escribir, y el haber ido contándole los próximos "sucesos", me ayuda a aclarame y me inspira. De hecho, creo que mi caballo se acaba enganchando a las intrigas que le cuento.
Le voy a hacer protagonista de la próxima novela.
Mañana, otro paseo............
Mola trotar contigo colega.
ResponderEliminarTengo otro para ti...;-))
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